sábado, 3 de julio de 2010

Disculpa . . . ¡¿Qué?!

Y resultó que el cielo sobre mi cabeza es color verde,
Que las aves siempre han ladrado y que las sombras no requieren de luz para existir.
Según dicen ahora la voz es vista y la música impacta en el ojo.
El frío es amargo y el calor dulzón. Mis manos ya no sienten, pero aún funcionan.
¡¿Qué sucede?! ¿Me he vuelto loco? No puede ser; al menos eso creo.

Caminando, me crucé con un árbol frondoso, que poco a poco perdía sus hojas. Bueno, se encogían… volvían a nacer o tal vez a morir; hasta que finalmente quedó totalmente seco, pero no reflejaba muerte. Era hermoso.
Curioso ¿no es así?

Más adelante escuche colores, todavía no lo comprendo, pero fue así como di con una pared blanca; al menos lo era. Franjas rojas, púrpuras, amarillas y líneas negras. Aún no olvido aquella sinfonía estática. Lo que daría por que la viera todo mundo.

Pareciera que todo lo que me han enseñado es un extraño experimento, y que lo aprendido por cuenta propia no pasa de una de tantas teorias. Ahora nada parece tener sentido… pero de alguna forma lo tiene.
Lo cierto es que no comprendo nada de este nuevo mundo ¿o es antiguo?
El punto es que todo es distinto ahora, creo que incluso yo mismo lo soy.

¿¿¿Es por eso que ya no me comprendo???

Eso… sería lógico.